viernes, 11 de octubre de 2013

Profecías


Mensajes proféticos recogidos en diferentes encuentros de dirigentes de la Renovación Carismática Católica desde 1975:
"Porque los amo, quiero mostrarles lo que estoy haciendo hoy en el mundo. Quiero prepararlos para lo que ha de venir. Días tenebrosos se ciernen sobre el mundo, días de tribulación... Edificios que hoy se yerguen no quedarán en pie. Cosas con las que hoy cuenta mi Pueblo como sostén, ya no estarán allí. Quiero que estén preparados Pueblo mío, que me conozcan solo a Mí y se adhieran a Mí, y me tengan de una manera más profunda que hasta hoy. Yo los conduciré al desierto."
"Hijo de hombre, ¿ves esa ciudad en quiebra? ¿Estás listo para ver a todas tus ciudades declararse en quiebra? ¿Estás listo para ver la quiebra total de todo el sistema económico del cual dependes y que tu dinero no valga nada y que no te pueda mantener? ¿Ves el crimen y la ilegalidad en tus calles, en tus pueblos y en tus instituciones? ¿Estás dispuesto a no ver ya, ley alguna respetada, el total desorden y a no tener ninguna protección excepto aquella que Yo te daré? Hijo de hombre, mira al país que amas y que ahora celebras. Mira su historia con nostalgia, ¿estás dispuesto a no ver ya país, no tener patria propia excepto aquellos que Yo te daré como mi Cuerpo?... Hijo de hombre, ¿ves esas Iglesias a las cuales vas tan fácilmente ahora? ¿Estás dispuesto a ver barras sobre sus puertas? ¿Sus puertas cerradas y selladas? ¿Estás dispuesto a fundamentar tu vida solo en Mí y no en alguna estructura particular?... Hijo de hombre, Yo te llamo para que estés listo para eso; de eso es de lo que te estoy hablando. Las estructuras se están derrumbando y cambiando."
"Un día de juicio se cierne sobre los pueblos de la tierra. No para una nación o pueblo solo, sino para todos los que habitan en la tierra. Un día de terror para los que me desafían con arrogancia, un día de deleite para aquellos que esperan en mi Palabra y se regocijan por la venida de mi Reino... El amor por el dinero no será abandonado ni siquiera en los días en que Yo haga que el dinero no sea más que un refugio inútil y ridículo. Los pobres y los ancianos serán devorados por aquellos que andan detrás del dinero, incluso cuando el dinero pierda su valor terreno. Griten, giman y laméntense por el horror que ustedes verán... Entonen un canto fúnebre por los ricos y los poderosos, por los que habrían podido consolar a los desdichados y no lo hicieron. Aquel día se revelará mi ira contra los que se buscan a sí mismos, los que acumulan riquezas, los que pervierten el poder y la autoridad... Contemplen con espanto el juicio de los que confían en sí mismos, de los necios que no quisieron reclinarse en mi brazo sustentador, sino que se fiaron de ellos mismos... Ahora, vean ante ustedes el juicio de los inteligentes, que pervirtieron la inteligencia para seguir sus propios caminos. Son bien astutos para extraviar a mi Pueblo, pero les falta la sabiduría para defender mi Verdad... Esta palabra es para los días de ustedes, no para un día lejano. Adiéstrense para ayudar a los débiles, para buscar la verdadera riqueza, para confiar solo en Mí, para distinguir lo verdadero de lo falso... No condesciendan con este mundo, ni se dejen seducir por su apariencia de bondad. Está podrido y pudre a los que lo aman... El amor a este mundo es enemistad con Dios y vendrá el día en que mis juicios ya no queden ocultos."
"Yo no toleraré las ramas muertas, no toleraré en mi Iglesia eso que aparenta serlo pero que no es mi Iglesia. Esa que no lleva mi vida, que ya no es más parte mía, Yo la podaré. La podaré por medio de persecución, cuando ya no sea fácil que el hombre diga: yo seguiré al Señor. Lo muerto se caerá porque no tendrá vida ni fuerza para sostenerse en la persecución. Y la podaré por medio de la prueba y la dificultad... Y les digo esto a ustedes, mi Pueblo, porque quiero que tengan una gran lealtad entre ustedes y para conmigo, porque el momento de poda para mi Iglesia está pronto a venir, más pronto de lo que ustedes creen... Mi plan no tendrá éxito a través de una Iglesia que mezcla sus deseos con mi Palabra... Ustedes deben dejarlo todo."
"Pena tras pena, agonía, terror y dolor del corazón serán sus compañeros en los días que se avecinan. La tempestad se está levantando, las nubes se arremolinan: relámpagos, viento y tormenta suficientementen grandes para llevarse incluso a los fuertes; prestos para cernirse sobre los que están dormitando, sobre los que no están preparados, sobre los confundidos. ¿Dónde está ahora el amparo? ¿Dónde el baluarte, el refugio? ¿Dónde está la fuerza de mi Iglesia cuando se le viene encima la tormenta? Desprevenida, dividida y confusa, débil cuando más se necesita la fuerza, se desmoronará... A menos que ahora mismo se tomen ustedes el trabajo de escuchar mi Palabra, de seguir mi dirección, de llevar a cabo mi voluntad, no habrá protección alguna... Y cuando venga el derrumbamiento, y se vengan abajo por completo los muros que por largo tiempo se habían estado desmoronando, entonces quedará un ejército, una muralla de protección para preservar mi Iglesia. Ya se lo he dicho antes, y se lo vuelvo a decir: solo Yo tengo la sabiduría, la penetración, el conocimiento y la visión suficientes para el combate que está por venir... ¿Entienden pues? Ese día está cerca, es inminente. No siempre hablo en enigmas; y cuando les hablo en sentido directo y simple, deben entenderlo en sentido directo y simple."
"Ustedes son una nación en guerra. Yo estoy en guerra. Aquellos que me siguen, tan pronto como pueden, se unen conmigo en la batalla... No hay otra alternativa. Ustedes son una nación en guerra, y la guerra crecerá y les envolverá, lo quieran o no... Entrena a tu Pueblo para la guerra; para batallar, para las pruebas y difultades. Prepáralo para lo que inevitablemente vendrá sobre ellos... Quiero que los entrenen a todos a orar, a entrar a la guerra con una corazón plenamente preparado."

martes, 1 de octubre de 2013

martes, 10 de septiembre de 2013

domingo, 1 de septiembre de 2013

viernes, 2 de agosto de 2013

Sobre Santa Teresita y el Espíritu Santo

 
Los que son movidos por el Espíritu Santo, éstos son hijos de Dios (Rom. 8, 14). La característica de Teresa es la infancia espiritual; su «caminito» es el camino de la infancia, y en concreto es el camino de los hijos de Dios según el Evangelio. San Pablo dice de manera explícita: Los hijos de Dios son los que se dejan conducir por el Espíritu Santo. Esta es la explicación lógica de la vida y de la espiritualidad de Santa Teresa del Niño Jesús.

Todo el mundo está de acuerdo en que la finalidad de la ascética es someter a las almas a la acción interior del Espíritu Santo. Sólo bajo su influjo puede desarrollarse en el alma la vida sobrenatural, la vida divina, la santidad. Existen métodos que no tienen en cuenta este principio; no parece sino que pretenden convencer al alma de que todo depende de su trabajo, de sus esfuerzos personales, de sus múltiples y complicadas resoluciones.

En lugar de dilatar el alma ayudándola a olvidarse de sí y encaminarse a Dios por la fe en el Amor, la humildad y la confianza, dichos métodos la repliegan sobre sí misma. Trabajo laborioso y estéril el de esos mil exámenes que la consumen y no sirven sino para hacerla concebir un verdadero hastío de la vida espiritual. Reconocen, ciertamente, el valor y la necesidad de la oración, pero en la práctica, en lugar de ayudar a las almas a someterse a la acción de Dios, único Autor de la Santidad, la acostumbran a fiarse de sus propios esfuerzos en el trabajo de la perfección. No otra cosa se consigue con estos métodos complicados que presentan las virtudes con divisiones y subdivisiones sin fin.

A estos métodos se refería sin duda Teresa cuando decía: «A veces, cuando leo ciertos tratados en que la perfección aparece erizada de obstáculos, mi pobre espíritu se cansa; cierro entonces el libro que me rompe la cabeza y me seca el corazón y abro la Escritura Sagrada; entonces todo me parece luminoso, la perfección me resulta fácil; basta reconocer la propia nada y abandonarse con la sencillez de un niño en los brazos de DiosLos que son movidos por el Espíritu Santo, éstos son hijos de Dios. «¡No puedo comprender ni menos poner en práctica ciertos libros! Serán buenos para almas más grandes que la mía; yo me regocijo de ser pequeña, porque Sólo los niños y los que se les asemejan entrarán en el cielo» (Mat. 19, 14). Hemos de confesar, efectivamente, que esos métodos distan mucho de la sencillez evangélica. La sencillez es la característica de la ascética de Teresa. Enseña a las almas a buscar a Dios para que El las libre de sus miserias; deben dejarse atraer por Dios, entregarse a El, contar siempre con El. Esto equivale a decir que Teresa procura vivir bajo la influencia y la acción del Espíritu Santo. Su vida no es sino la práctica, sugestiva en extremo, de este principio esencial de la teología ascética y mística. Los que son movidos por el Espíritu Santo... Hablo de principio teológico, pues bajo este aspecto quiero presentar a Teresa en estas páginas. No me canso de admirar la solidez, la profundidad de su teología; sin saberlo ella misma, sin sospecharlo siquiera, habló como verdadero teólogo de la más profunda teología: la vida de Dios en nosotros.

martes, 30 de julio de 2013

Promesa para mí



  
35 Y se dirá: «Esta tierra, hasta ahora devastada, se ha hecho como jardín de Edén, y las ciudades en ruinas, devastadas y demolidas, están de nuevo fortificadas y habitadas.»

   36 Y las naciones que quedan a vuestro alrededor sabrán que yo, Yahveh, he reconstruido lo que estaba demolido y he replantado lo que estaba devastado. Yo, Yahveh, lo digo y lo hago.
   37 Así dice el Señor Yahveh: Me dejaré todavía buscar por la casa de Israel, para hacer por ellos esto: multiplicarlos como un rebaño humano,
   38 como un rebaño de reses consagradas, como el rebaño reunido en Jerusalén, en las fiestas solemnes. Así se llenarán de un rebaño humano vuestras ciudades en ruinas, y se sabrá que yo soy Yahveh

martes, 23 de julio de 2013

Pensamientos

San Agustín: "El fin de la oración probablemente no sea tanto obtener lo que pedimos, cuanto el venir a ser otros".
Soren Kierkegard: "En la verdadera relación de plegaria, no es Dios quien escucha lo que se le pide, sino que es el que pide el que continúa suplicando hasta ser él mismo quien escucha aquello que Dios quiere".
Evagrio Póntico: " Cuando Moisés quiso acercarse a la zarza incandescente, no pudo hacerlo hasta que no se quitó las sandalias. Y tú, que quieres ver a quien está más allá de todo pensamiento y de todo sentimiento, ¿no te desprenderás de toda noción sensible?."
Del Señor a Santa Catalina de Siena: "Hazte tú capacidad, y yo seré un torrente".
Teresa del Niño Jesús: "De Dios recibimos cuanto de Él esperamos".
Y San Ambrosio: "Dios no mira lo que le damos, sino lo que nos guardamos".

jueves, 11 de julio de 2013

lunes, 8 de julio de 2013

San Juan de la Cruz



Para venir a gustarlo todo, no quieras tener gusto en nada.
Para venir a saberlo todo, no quieras saber algo en nada.
Para venir a poseerlo todo, no quieras poseer algo en nada.
Para venir a serlo todo, no quieras ser algo en nada.

Para venir a lo que gustas, has de ir por donde no gustas.
Para venir a lo que no sabes, has de ir por donde no sabes.
Para venir a poseer lo que no posees, has de ir por donde no posees.
Para venir a lo que no eres, has de ir por donde no eres.

Cuando reparas en algo, dejas de arrojarte al todo.
Para venir del todo al todo, has de dejarte de todo en todo,
Y cuando lo vengas del todo a tener, has de tenerlo sin nada querer.

En esta desnudez halla el espíritu su descanso,
porque no comunicando nada, nada le fatiga hacia arriba,
y nada le oprime hacia abajo, porque está en el centro de su humildad.

miércoles, 3 de julio de 2013

Salmo 130 Abandono confiado en los brazos de Dios



1Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
2sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
3Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

miércoles, 12 de junio de 2013

viernes, 7 de junio de 2013

HUMILDAD (de La vida oculta en Dios)

No hallaréis la paz verdadera más que en la humildad. Despreciaos sinceramente delante de Dios y hacedlo cada vez más. Intentad al menos hacerlo; veréis los resultados. Si pudierais llegar a amar (voluntariamente) la humillación y la contradicción, habríais dado un gran paso hacia Dios. Aceptad francamente y sin discusión interior o exterior las pequeñas humillaciones cotidianas. Procuradlo; sólo cuesta el primer paso. Podría así arraigarse el hábito. Y entonces, ¡qué alegría y qué paz!.

Amar que a uno le humillen y le tengan por nada es una gracia. Pedidla sin cesar, pero sosegadamente.

En la práctica, reconocer que no tiene uno razón, es perder poco y ganar mucho.

Aceptad humildemente no gustar a todo el mundo; querer lo contrario sería querer lo imposible.

Velad sobre vuestra necesidad de criticar y de contradecir a los demás como para mejor afirmaros ante vuestros propios ojos. Decid vuestro sentir con sencillez, exactitud, claridad y brevedad; tened calma luego y orad.

Continuad vuestros esfuerzos, aunque sean infructuosos. Dios os los pide para poder recompensaros. Permite su fracaso, aparente o real, para humillaros. Necesitáis de la humillación como de un freno. Cuanto más doloroso sea, os es más necesario. Pues nada nos esconde como la humillación. Y nada nos humilla como nuestros defectos.

Amad vuestros defectos. Os humillan y os proporcionan la materia prima de vuestros esfuerzos. Pero corregidlos también. Acordaos del proverbio: «Quien bien ama, bien castiga». Y no traduzcáis «bien» por «mucho». Dejad a esa palabra todo su sentido de mesura, prudencia y firmeza, pero no de dureza. Consideradlos como una mina inagotable de méritos y de humillaciones. En este sentido lamentaría que no tuvierais defectos.

Si alguien nos juzgara tal y como nos conocemos, nos haría sufrir mucho. Y todavía más si nos dijera su fallo. Pues nada nos duele tanto, aunque reconozcamos ser unos miserables, como una simple mirada del prójimo cuando éste nos juzga con nuestra propia medida y, por consiguiente, nos desprecia. Nuestro fondo de orgullo nos hace sentirla como un hierro candente, como una quemadura que consume. Hay almas que no pueden sobrevivir al golpe de haber cometido una falta y al menosprecio que ésta trae consigo. ¡Qué hábiles somos para responder a los reproches y cuántas precauciones tomamos para evitar la más pequeña humillación! Pero nada es tan contrario a la paz como esto. ¿Se tiene paz cuando no se puede tolerar la menor falta de consideraciones? Jamás podrá Dios conceder sus gracias a un alma que siga preocupada con estas opiniones humanas que tan inexactas son a menudo; eso es buscar un bien que Dios se reservó. Y es a Dios a quien hemos de procurar agradar para que nos mire cada día más favorablemente en lugar de ingeniarnos para que los demás tengan siempre buena opi-nión de nosotros, haciendo valer para ello no sólo nuestros dones naturales, sino, incluso, las gracias sobrenaturales. Ahora bien, la vanidad espiritual es la peor de todas y prueba con un signo cierto que esas gracias no vienen de Dios o que Él ya no las concederá. Porque así es imposible entrar en su Reino.

Se trata, pues, de practicar la humildad en la medida en que exista realmente en el alma, a fin de practicarla, de desarrollarla, de arraigaría y de hacerla progresar. Lo que hemos de encontrar es la fórmula sencilla que traduzca el hecho y de la cual salga a la vez la humillación. Si, por ejemplo, rompéis un vaso en la mesa, en vez de decir: «Qué torpe soy; siempre hago lo mismo», o «El vaso se me deslizó de entre las manos y se ha roto», etc., decid sencillamente: «He roto un vaso», en tono humilde, con el sincero deseo de no disminuir u ocultar vuestra torpeza. E incluso, en ciertos casos, no digáis nada, pero que vuestro silencio traduzca las verdaderas disposiciones de vuestra alma.

No os esforcéis demasiado por hacer que broten en vosotros sentimientos de humildad, pero «ejercitaos» tal como hemos dicho, a menos de que por «sentimientos» entendáis, no gustos sensibles, sino disposiciones del alma, actitudes espirituales.

¡ Oh, qué dispuestos estaríamos a recibir las gracias de Dios si tuviéramos un juicio recto y exacto sobre nosotros mismos; sobre nuestras verdaderas cualidades, reconociéndolas sin exagerarlas y refiriéndolas a Dios; y sobre nuestros verdaderos defectos y nuestras miserias, sin exagerarlas tampoco, sino viéndolas a la luz de Dios! El orgullo sería entonces imposible. Los Santos vivían bajo esta luz. Pequeñas faltas que nosotros consideramos como naderías les parecían enormes a causa de su altísima idea de la santidad de Dios y de su horror profundo por la menor imperfección. Y como estaban iluminados de una manera extraordinaria, la humildad de abyección les confundía cuando contemplaban su miseria y les hacía pronunciar sobre sí mismos unos juicios que nos asombran.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Del hermano Rafael

Una de las transformaciones que Jesús ha hecho en mi alma ha sido la indiferencia. Yo mismo me maravillo, pues veo que he llegado a comprender algo que antes no comprendía.

Sabía que el nada desear es muy agradable a Dios y que es el camino para llegar a cumplir su voluntad... Pero esto lo sabía con la luz de la inteligencia... Comprendía con la razón, tan sublime doctrina. Deseaba alcanzar esa virtud de la santa indiferencia, y a Jesús se la pedí.

No tiene mérito el nada desear, amando a Dios, pues es la cosa más natural. Ahora así lo veo.

¿Cómo es posible amar la vanidad, amando a Dios? Y vanidad es todo lo que nosotros deseamos y no desea Dios. Querer sólo lo que Dios quiere, es lo lógico para el que es de veras su amador... Fuera de sus deseos..., no existen deseos nuestros, y si existe alguno, ése, es que es conforme a su voluntad, y si no lo fuera, es que entonces no estaría nuestra voluntad unida a la suya...

Pero si de veras estamos unidos por amor a su voluntad, nada desearemos que Él no desee, nada amaremos que Él no ame, y estando abandonados a su voluntad, nos será indiferente cualquier cosa que nos envíe, cualquier lugar donde nos ponga...

Todo lo que Él quiera de nosotros no solamente nos será indiferente, sino que será de nuestro agrado. (No sé si en todo esto que digo hay error; en todo me someto al que de esto entienda. Yo sólo digo lo que siento, y es que en verdad nada deseo más que amarle a Él, y que todo lo demás a Él lo encomiendo; cúmplase su voluntad).

Cada día soy más feliz en mi completo abandono en sus manos. Veo su voluntad hasta en las cosas más nimias y pequeñas que me suceden.

De todo saco una enseñanza que me sirve para más comprender su misericordia para conmigo.

Amo entrañablemente sus designios, y eso me basta. Soy un pobre hombre ignorante de lo que me conviene, y Dios vela por mí como nadie puede sospechar.

¿Qué de particular tiene que yo nada desee, si tan bien me va, poniendo mi único deseo en Dios y olvidando lo demás?

Mejor dicho, no es que olvide mis deseos, sino que éstos se hacen tan poco importantes y tan indiferentes, que más que olvidarlos, desaparecen, y sólo queda en mi ánimo un contento muy grande de ver que sólo deseo con ansia, cumplir lo que Dios quiere de mí, y al mismo tiempo una alegría enorme de yerme aligerado como de un peso muy gran de, de yerme libre de mi voluntad que he puesto junto a la de Jesús.

jueves, 9 de mayo de 2013

Comunidad Camino, Verdad y Vida



Desde mi comunidad estamos elaborando una página web con la siguiente dirección:


Puedes visitarnos cuando quieras

domingo, 21 de abril de 2013

Consejos espirituales (Ángel Medina)


1.- Cristo, que era Dios hecho hombre, se subió a la cruz y sufrió como hombre enseñándonos que con Dios la Cruz se puede llevar. No rechaces tu cruz, nunca la apartes de ti, mira a Cristo, busca más intensamente a Dios, porque Él está ahí contigo, llevando tu cruz. Se puede llevar la cruz como Cristo la llevó.

2.- Después del Padrenuestro hay una oración muy importante y es la que más nos une a Cristo, la oración de intercesión. Cristo está continuamente intercediendo por nosotros a la derecha del Padre y nosotros somos uno con Él cuando intercedemos.

sábado, 20 de abril de 2013

viernes, 19 de abril de 2013

DESCUBRIENDO TU RESURRECCIÓN EN MI VIDA


   Señor, Tú desde el principio me has amado. Soñaste conmigo y me creaste. Nada hay que me pueda hacer feliz fuera de Ti.
   Sin embargo, Señor, son tantas las veces que vivo al margen de tu Amor, que vivo prescindiendo te Ti y de tu Voluntad. Son tantas las veces que te reprocho que mis planes no sean los tuyos. Por esto, Señor, hoy te pido perdón. Me postro ante Ti y clamo tu perdón y tu restauración.
   Pecador nací, desde el vientre de mi madre ya estaba apartado de Ti, sin embargo, Tú ya me habías escogido y tu mirada de Amor no se apartaba de mí.
   Por mi pecado he merecido la muerte, he merecido la separación eterna de Ti. Pero Tú, tenías otro plan…SALVARME… DAR TU PROPIA VIDA POR MÍ.

   Ante tanto amor gratuito, no puedo más que darte las gracias. Me amas con Amor eterno, me amas aún sin merecerlo. Tú muerte y tu Resurrección me limpian, me transforman. Por eso renuncio a todo lo que me aparta de Ti. Renuncio a Satanás y a todas sus obras y engaños y te declaro a Ti como mi único Señor y Salvador. Quiero hacer Tu Voluntad, que tu Plan para mí sea mi guía. Quiero dejar de llevar una vida como si no te conociera.
   Te pido que la Promesa de tu Espíritu Santo viva en mí. Enséñame a dejarme guiar por tu Espíritu Santo. Enséñame a amar con tu Amor, a perdonar como Tú me perdonas. Que Tu Espíritu me santifique y llegue a ser santo como Tú eres SANTO.

miércoles, 17 de abril de 2013

Entrando en el SILENCIO...

Dios quiere hablarte, sí a ti que lees esto...eres especial para Él, guarda silencio y Escucha...