viernes, 4 de febrero de 2011

Parábola

En el vientre de una mujer embarazada, dos bebés sostienen una conversación. Uno de ellos es creyente y el otro ateo.

El ateo: ¿Crees en la vida después del nacimiento?

El Creyente: Por supuesto. Todos saben que hay vida después del nacimiento. Estamos aquí para crecer y estar fuertes y preparados para lo que nos espera cuando ocurra.

El ateo: ¡Tonterías! No puede haber vida después del nacimiento. ¿Puedes imaginarte como sería esta vida?

El Creyente: No conozco los detalles, pero creo hay más luz y tal vez allí caminaremos y nos alimentaremos solos.

El ateo: ¡Qué disparate! ¡Es imposible caminar y alimentarnos solos! ¡Ridiculeces! Tenemos el cordón umbilical que nos alimenta. Solamente quiero señalarte esto: La vida después del nacimiento no puede ser porque nuestra vida, el cordón, es demasiado corto.

El creyente: Estoy seguro que es posible. Sólo que será un poco diferente. Puedo verlo.

El ateo: ¡Pero no hay nadie que haya regresado de allí! La vida sencillamente se termina con el nacimiento. Y sinceramente, la vida está llena de sufrimientos en la oscuridad.

El creyente: ¡No, no! No sé exactamente cómo será la vida después del nacimiento pero en cualquier caso, vamos a conocer a nuestra mamá, ¡Y ella cuidará de nosotros!

El ateo: ¿Mamá? ¿Tú crees que tenemos una mamá? ¿Y entonces en dónde está?

El creyente: ¡Ella está por todos lados a nuestro alrededor y nosotros nos encontramos dentro de ella! Nos movemos por ella y gracias a ella estamos vivos. Sin ella no existiríamos.

El ateo: ¡Qué tontera! Yo no he visto una mamá así; por lo tanto no existe.

El creyente: No puedo estar de acuerdo contigo. De hecho, algunas veces, cuando todo está muy quieto, podemos escucharla cantando y siento cómo acaricia nuestro mundo. Estoy convencido de que nuestra verdadera vida comenzará después del nacimiento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario