viernes, 2 de agosto de 2013

Sobre Santa Teresita y el Espíritu Santo

 
Los que son movidos por el Espíritu Santo, éstos son hijos de Dios (Rom. 8, 14). La característica de Teresa es la infancia espiritual; su «caminito» es el camino de la infancia, y en concreto es el camino de los hijos de Dios según el Evangelio. San Pablo dice de manera explícita: Los hijos de Dios son los que se dejan conducir por el Espíritu Santo. Esta es la explicación lógica de la vida y de la espiritualidad de Santa Teresa del Niño Jesús.

Todo el mundo está de acuerdo en que la finalidad de la ascética es someter a las almas a la acción interior del Espíritu Santo. Sólo bajo su influjo puede desarrollarse en el alma la vida sobrenatural, la vida divina, la santidad. Existen métodos que no tienen en cuenta este principio; no parece sino que pretenden convencer al alma de que todo depende de su trabajo, de sus esfuerzos personales, de sus múltiples y complicadas resoluciones.

En lugar de dilatar el alma ayudándola a olvidarse de sí y encaminarse a Dios por la fe en el Amor, la humildad y la confianza, dichos métodos la repliegan sobre sí misma. Trabajo laborioso y estéril el de esos mil exámenes que la consumen y no sirven sino para hacerla concebir un verdadero hastío de la vida espiritual. Reconocen, ciertamente, el valor y la necesidad de la oración, pero en la práctica, en lugar de ayudar a las almas a someterse a la acción de Dios, único Autor de la Santidad, la acostumbran a fiarse de sus propios esfuerzos en el trabajo de la perfección. No otra cosa se consigue con estos métodos complicados que presentan las virtudes con divisiones y subdivisiones sin fin.

A estos métodos se refería sin duda Teresa cuando decía: «A veces, cuando leo ciertos tratados en que la perfección aparece erizada de obstáculos, mi pobre espíritu se cansa; cierro entonces el libro que me rompe la cabeza y me seca el corazón y abro la Escritura Sagrada; entonces todo me parece luminoso, la perfección me resulta fácil; basta reconocer la propia nada y abandonarse con la sencillez de un niño en los brazos de DiosLos que son movidos por el Espíritu Santo, éstos son hijos de Dios. «¡No puedo comprender ni menos poner en práctica ciertos libros! Serán buenos para almas más grandes que la mía; yo me regocijo de ser pequeña, porque Sólo los niños y los que se les asemejan entrarán en el cielo» (Mat. 19, 14). Hemos de confesar, efectivamente, que esos métodos distan mucho de la sencillez evangélica. La sencillez es la característica de la ascética de Teresa. Enseña a las almas a buscar a Dios para que El las libre de sus miserias; deben dejarse atraer por Dios, entregarse a El, contar siempre con El. Esto equivale a decir que Teresa procura vivir bajo la influencia y la acción del Espíritu Santo. Su vida no es sino la práctica, sugestiva en extremo, de este principio esencial de la teología ascética y mística. Los que son movidos por el Espíritu Santo... Hablo de principio teológico, pues bajo este aspecto quiero presentar a Teresa en estas páginas. No me canso de admirar la solidez, la profundidad de su teología; sin saberlo ella misma, sin sospecharlo siquiera, habló como verdadero teólogo de la más profunda teología: la vida de Dios en nosotros.