Nada somos por nosotros mismos;
Nada podemos;
Nada valemos;
Nada tenemos fuera del pecado;
Somos siervos inútiles;
Por nuestro nacimiento natural y criminal, somos hijos de la ira y de la maldición;
Somos los últimos de todos los hombres y
Somos los primeros de todos los pecadores.
Por eso nos merecemos toda confusión e ignominia,
Y a Ti todo el honor y la gloria por los siglos de los siglos.
Jesús, Señor nuestro, ten piedad de nosotros.
(Méditationssur l´Humilité. Oeuvres Complètes, II, 72)
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